lunes, 12 de agosto de 2013

Uzbekistán.

La siguiente crónica está dedicada a Jesús y Puri, dos moteros con mucha fuerza. Les deseamos mucho ánimo y les damos un fuerte abrazo. ¡Gracias por seguirnos!

3 de agosto, sábado. 370km. Khojan- Samarcanda.

Nos levantamos temprano y parece un buen día, con una temperatura agradable. La ciudad está tranquila y muy poco tráfico. Repostamos y nos dirigimos a la frontera.

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A menos de 100km llegamos a la frontera tajika, muy amablemente nos invitan pasar a una habitación con aire acondicionado y tras entregar los pasaportes y el papel de circular por el país, nos piden 10$, les decimos que no entendemos que ya pagamos a la entrada 30$ (en realidad pagamos 10$) pero insisten, como estamos de buen humor, pagamos pero salimos cabreados, les digo que en ninguna frontera hemos tenido que pagar ni para entrar ni para salir, sólo en la suya, que así va muy mal el país; de allí pasamos al control del pasaporte, donde nos ponemos en una cola, pero un amable policía nos pide los pasaportes y los pasa por una puerta, al poco nos los da sellados y podemos continuar. En total no tardamos más de 20 minutos.

Después llegamos a la de Uzbekistán y al principio muy bien, la primer parada es para pasar un baño (charco) de producto “desinfectante”, tras pasarlo nos piden los pasaportes y 10$ por el “exquisito baño”. Nos hacemos los tontos y que parece caro, al final pasamos sin pagar. En las oficinas pasamos a una ventanilla donde comprueban los pasaportes, aquí la gente nos deja pasar amablemente. El policía no para de mirar y remirar los pasaportes, pasar el dedo por el sello, pero finalmente los sella. A continuación tenemos que rellenar los papeles y pasar por el escáner, hasta ahora todo bien, pero por la ventana escuchamos una voz que dice “mister” y nos señala la moto. Salgo y me dice un policía con aires de superioridad, que tengo que pasar las maletas por el escáner, los cascos, la bolsa sobredepósito,… así que decido quitar las ruedas y los asientos y pasarlos también (formé una cola de piezas interesante). Una vez pasados por el escáner, abierta la maleta de la ropa y vista por encima, acerco la moto para subir las maletas y no tener que cargar con ellas, y llega otro agente muy estirado que me indica que llevara la moto hacia atrás, le pregunto cuántos metros y me dice que 8 metros. La pongo donde me dice y me vuelve a preguntar si he pasado todo por el escáner, me dice que quite los paneles del depósito y varias piezas más. Ya llevo un rato cabreado y le respondo que para eso necesito una herramienta especial, que no la tengo; si quiere que desmonte eso que me traiga la herramienta o que venga un mecánico. Al final, deciden traen el perro, cosa que deberían haber hecho desde el principio, para detectar drogas. Por supuesto, no se detectó nada, ya que vamos sin ningún producto ilegal. Como veíamos que estaban dando vueltas con nuestros papeles, decidimos acomodarnos y tomar unas galletas, jugar con el perro y descansar un rato. Al final, el más simpático fue el perro.

Cuando salimos de la frontera, nos paró otro policía. Nos pidió hasta el DNI y si teníamos fotocopias de los pasaportes y el DNI. Como no las teníamos, mandó a un chico a hacer dichas copias. Al terminar nos indicó en el mapa la mejor ruta para ir a Samarcanda, es por Vuka.

Llegamos a Vuka y buscamos una tienda de Beeline para comprar una tarjeta de datos. Al entrar, María le pregunta si puede pagar con tarjeta  y dónde hay un banco. Nos dice que el banco está cerrado y que hasta el lunes no abrirá. Cuando nos pregunta hacía dónde vamos, le indicamos que a Samarcanda pero que no hemos visto el desvío en la ciudad. Se monta en el coche y nos dices que le sigamos, cuando estamos antes el desvío y nos vamos a despedir, nos comenta que si necesitamos una tarjeta de Beeline el nos la da. Así que volvemos a la tienda y allí, mientras gestiona las cosas nos traen una garrafa de agua fría (teníamos los camelbag vacíos) y nos ofrecen refresco. Es genial encontrarse con personas como Ditto (que es como se llama nuestro amigo) y su hermano.

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A los pocos kilómetros de salir de Vuka nos topamos con otro control, estamos 30 minutos. Los agentes simpáticos, conversan con nosotros y nos regalan un melón, el cual degustamos kilómetros más adelante. Aquí también mandan a un chico a fotocopiar nuestros documentos.

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Por fin llegamos a nuestro B&B en Samarcanda, está justa al lado de la misma plaza Registan. Nada más meter la moto en el patio nos ofrecen té y sandía, por el calor que llevábamos en el cuerpo, lo primero que devoramos fue la sandía.

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Después de deshacer el equipaje y ducharnos salimos a conocer el centro de Samarcanda. Es una ciudad monumental y turística, bonita en general y con muy buen hambiente.

En nuestro alojamiento conversamos con un grupo de japoneses, de los que 2 ó 3 saben español, la ruta que llevan ellos es la misma que hemos recorrido nosotros.

Por la noche queremos salir a cenar por allí, encontramos un sitio típico y agradable, se nota que es al que los “guiris” solemos acudir, aunque también se encuentran locales. Unos shashlik y unas cervezas son nuestro alimento.



4 de agosto, domingo. 0 km. Samarcanda.

Nos levantamos con calma, hoy descubriremos Samarcanda. El desayuno es espectacular: dos tipos de pan, té, café, mantequilla, miel, arroz con leche y yogur casero.

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Después de recargar nuestras baterías, toca recargar la tarjeta datos con 1GB será suficiente. Unos 9$ es su precio.

La temperatura acompaña, no es extremadamente alta y permite pasear por distintas partes de la ciudad. Tras visitar varios monumentos nos dirigimos al complejo Registan, allí pasamos de la caja y continuamos caminando. A los pocos metros nos paran un par de policías, el supuesto encargado y el de la tienda de suvenires; nos indican que tienen entradas más baratas que en la caja oficial. Tras un pequeño paripé conseguimos entrar por 5.000 Som (2€ al cambio). El juego que hacen es muy simple, ellos controlan el acceso y cuando la gente entra con los ticket comprados en la caja oficial, ellos se los quedan y son los que luego te venden. No es la primera vez que hemos visto a policías actuando tipo mafia, en los controles de carretera paran a la gente de forma aleatoria y con gestos de superioridad, aunque no hayan cometido ninguna infracción los retienen un buen rato; al final, la gente suele regalarles pan, fruta y otros obsequios (los que tienen más prisa van con fajos de billetes). No obstante, con nosotros siempre han sido muy simpáticos.
Para comer nos fuimos al restaurante de la zona, como apunte curioso decir que tiene unos pavos paseando por allí. Tomamos unos kebab estilo shashlik, una ensalada y una cerveza local (María se tomó una Fanta en botella de los años setenta, pero con contenido actual).


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Después de descansar abusando del aire acondicionado de nuestra habitación, nos pusimos a procesar y subir los videos para las crónicas de Tajikistán.

Al terminar los videos, nos pusimos con algunas cosas de la moto: apretar algún tornillo, revisar distintos puntos, etc.

Por la tarde-noche, en el buen patio cubierto de parras del alojamiento, estuvimos informando a nuestros amigos de Japón sobre la ruta que iban a pasar. Les enseñamos algunos de los videos que habíamos grabado y les dimos unos pocos Somoni tajicos que teníamos. El Som uzbeco tiene poco valor, con la necesidad de llevar siempre un fajo de billetes.

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Nos acostamos temprano, al día siguiente queríamos madrugar algo.

5 de agosto, lunes. 270 km. Samarcanda – Bukhara.

Como la noche anterior dejamos todo preparado, solo tuvimos que desayunar y despedirnos de nuestros anfitriones, el alojamiento B&B Bahodir es extraordinario.

Aunque teníamos combustible de sobra, decidimos llenar el tanque cuando encontráramos una gasolinera con combustible. Parece ser que en Uzbekistán se surte con cuentagotas y por las mañanas hay cola para llenar el tanque antes que se quede la gasolinera sin gota del preciado destilado del petróleo. Nadie ha sabido explicar con claridad lo que sucede, nos han dicho que son las empresas de carburante que hacen poco pero eso es raro, no hemos visto ese problema ni en Mongolia. Seguramente sea algún tipo de control que ejerce el gobierno.

En la carretera nos encontramos con un calor abrasador, poco tardamos en dejar sin agua los camelbag. Aguantamos un rato hasta que decidimos parar en una tienda para comprar agua y rellenar. Mientras María va a comprar agua, se me acercan unos hombres para curiosear la moto. Yo no estaba muy comunicativo y no les hago excesivo caso. Al rato, uno de ellos, aparece con un pan típico; nos lo ofrece para que comamos algo. El pan está recién hecho y es exquisito. Son estos momentos los que te hacen ver el valor de las personas de esta tierra, los que dan sentido a nuestro viaje (igual que cuando Ditto nos ayudó en Vuka).
Llegamos a Bukhara sin problema, apreciamos que aunque turística es una ciudad bella. Como tenemos en el GPS un hotel, nos acercamos y negociamos el precio. María consigue que por 22€ nos den una estupenda habitación con aire acondicionado y desayuno. Estamos justo a 20 metros de la plaza principal.
Una ducha fría baja la temperatura de nuestra sangre a niveles normales, ahora podemos salir a comer y conocer la ciudad.


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En la puerta nos encontramos con dos ciclistas que recorren Uzbekistán, un americano y una tailandesa. Estamos un rato conversando sobre el país y la ciudad.

Decidimos comer algo en uno de los mejores sitios de la ciudad, el restaurante de la plaza. Allí nos pedimos una ensalada, un pincho de pollo a la barbacoa y pan, por supuesto, una cerveza local (María se tomó un Sprite) debe acompañar nuestra comida. Por 14€ hemos comido, no es barato pero está todo muy bueno.
Como necesitamos moneda del país, recurrimos a cambiar algunos dólares en el hotel. El cambio es mucho mejor en el mercado negro que en cualquier sitio oficial. Mañana deberíamos conseguir más efectivo, nuestros dólares se acaban y no tenemos muchos euros encima.


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Después de recorrer la ciudad y revisar las siguientes rutas, cenamos algo típico: pilaf of Bukhara (carne de ternera sobre zanahoria cocinada y arroz al curri), una ensalada griega, pan y un Sprite de litro bien frío son el resto de la cena. Unos 11€ al cambio.


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6 de agosto, martes. 450 km. Bukhara – Khiva.

A las 7:00 estamos en pie, desayunamos estupendamente y vamos en busca de un banco (necesitamos dinero).

Después de dar unas cuantas vueltas por la ciudad, encontramos un NBU (National Bank of Uzbekistan). María entra para sacar dólares (no queremos cambiar dólares por Som en un banco) y la llevan a una habitación donde hay unas chicas que cambian dinero, allí le dicen que no puede usar la tarjeta Visa y que debe ir a un hotel de la ciudad para hacer ese trámite. A María no le convence ese sistema e intenta acceder al cajero para sacar Som, pero se le acerca un policía y le coge la tarjeta; vuelve a llevarla a la habitación anterior y le indican que con la Visa no le dan dinero allí (pese a ser un cajero de Visa), que debe ir al hotel que le indican.  Nos parece un tanto raro este lío que tienen con el dinero y decidimos no perder más tiempo en la ciudad, la ruta de hoy es larga.

Pasamos por varias gasolineras a la salida de la ciudad y todas tienen enormes colas, también vemos grupos de camiones de combustible, llenos, que están parados, así que decidimos repostar más adelante.

Los primeros 200 km de carretera varía de un asfalto de mal estado a un asfalto regular, para más adelante pasar a la nueva carretera que están construyendo y está en perfecto estado. La mayoría de nuestra ruta transcurre por una zona desértica, y no hay gasolineras.

Cuando repostamos el día anterior, llenamos el tanque hasta el máximo  y como no hemos corrido mucho y el consumo se mantiene muy bajo y llegamos a hacer casi 600km sin saltar la reserva. Por seguridad, paramos en una gasolinera de las que no tienen combustible y compramos 5 litros de gasolina a 3000 son el litro.


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Llegamos a Khiva sin problema y nos adentramos en sus históricas murallas para llegar al alojamiento. Un bed and breakfast por 10 euros por persona, con aire acondicionado (muy apreciado en estos días, aunque hoy no hemos superado los 32 grados en toda la ruta).


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Salimos a pasear por la hermosa ciudad, y nos sentimos como los viajeros de las antiguas caravanas de la Ruta de la Seda. Cada rincón, cada minarete y cada arco evocan tiempos pasados de esplendor, que en parte revivimos nosotros ahora. En uno de los lugares para comer en centro, pedimos unos refrescos, pan y un plato típico (pimiento relleno de carne, zanahoria, berenjena, patata, col y tomate cocinadas) con eso saciamos el hambre del viajero.


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Poo a poco el sol se pone en el horizonte y matices naranjas, tiñen las murallas.


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Después de una magnífica tarde recorriendo Khiva, regresamos a nuestro alojamiento, donde disfrutamos de una agradable velada en la terraza del hotel, donde hablamos en el gerente y nos dice que a la mañana siguiente nos acompañará a comprar gasolina.




7 de agosto, miércoles. 390 km.  Khiva – Muynak.

El día comenzó, tras un excelente desayuno, con dos objetivos: conseguir gasolina y dinero. El primero fue bastante fácil, el del hotel nos acompañó a una casa donde una señora recargaba con una garrafa de 5 litros y un embudo, el precio por las nubes 3200 sum (1.15 euros), pero llenamos 30 litros. El segundo objetivo costó mucho más trabajo y un par de horas más, tras María entrar en un banco y explicar que lo que quería era sacar dinero con su tarjeta visa (casi imposible en Uzbekistán), se le acerca un hombre y hablando “chapurreando” con él, muy amablemente se le ofrece para acompañarle a otro banco y ayudarla a hacer las gestiones oportunas. Una vez obtenidos los dólares, teníamos que cambiarlos a som uzbecos, en el banco el cambio era malísimo, pero mientras esperaba a María, se me acercó, entre otros muchos, un chico muy amable que trabajaba en un banco y sabía inglés. después de estar hablando con él y llegar María y decir que había sido imposible cambiar dinero, le pregunté a éste si nos podía ayudar y muy amablemente lo hizo, nos llevó a su casa y su tio nos cambió amablemente por la moneda del país.


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Pusimos dirección Muynak, la carretera era aburrida, con muchas rectras y pocos paisajes y algo de desierto. Pasamos por un puente flotante, custodiado por policías que dijeron a María que no hiciera fotos (pero a mi no me dijeron que no hiciera video).

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Cuando llegamos a Kungrad, pese a tener gasolina de sobra, intentamos comprar pero es imposible, así que seguimos la ruta hasta llegar a Moinac.Vamos directamente al mirador del Mar de Aral y allí además de una manífico pero triste paisaje, nos encontramos con unos cuantos coche del Mongol Rally que estaban haciendo el loco. ¡Como ha cambiado ese antiguo rally benéfico! Los chicos del coche parecían niños de papá que iban de "aventura". Supongo que habrá de todo.

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El Mar de Aral es un lago al que los rusos decidieron corrtarle el suministro de agua de sus dos principales ríos para alimentar cultivos de algodón, esto produjo que poco a poco se secara hasta qudar reducido al 10% de su tamaño, ha sido un gran desastre ecológico, consentido por todo el MUNDO, puesto que ningún país dijo nada.


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Llegamos al único hotel de la localidad, por fuera no parece tan deteriorado y por dentro, da la sensación de haber tenido tiempos mejores, sólo la sensacion, porque creemos que nunca los ha tendio. Mientras espero en la calle, María entra a preguntar por el precio y por la cena, y allí, me encuentro con una gato pequeño que veo que anda raro, arrastraba las patas de atrás, resulta que le atropelló un coche hace tiempo. María sale y el hotel nos cuesta unos 17€ con desayuno, la cena cuesta 2.5€.

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En el hotel nos encontramos con unos franceses que llevan 3 días allí, quieren ir a visitar el Mar de Aral. Mientras cenamos un cutre Plov (carecía de carne y estaba regular) con los otros huéspedes, nos comentan que en Uzbekistán se cocina casi todo con aceite de algodón y como no es de lo más digestivo, luego se nota en el estómago. Ciertamente, es el país donde más raro hemos notado nuestro estómago.

Noto que mi espalda está tensa, así que tras despedirme del grupo me tomo un relajante muscular y nos retiramos a descansar. Mañana queremos cruzar la frontera con Kazajistán y la ruta es larga, tendremos que levantarnos temprano.

Como curiosidad de Uzbekistán, comentar que es el país de los Crevrolet y Daewoo. Mientras que Tajikistán está colonizado por Opel.