martes, 30 de julio de 2013

Kirguistán.

21 de julio, domingo. 254 km. Almaty (Kazajistán) – Bishkek.

   Nos traen a la habitación el desayuno, compuesto por té, pan y kassa. Después de desayunar y con el equipaje preparado, salimos del hotel dirección al centro de la ciudad. No llegamos a ver nada que merezca la pena y tomamos la ruta directa a la frontera entre Kazajistán y Kirguistán, pasando antes por un gran atasco.

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   Una vez en la carretera, las cosas parecen ir mejor hasta que hace acto de presencia el viento y la lluvia. Nos azotan durante casi 2 horas y unos pocos kilómetros antes de la frontera nos vemos obligados a parar para comer y así no esperar en la frontera con el estómago vacío.

   El paso entre los países es fácil, se tarda una hora y media. En ambas fronteras trataron de hablar con nosotros y enterarse del viaje. Se puede cambiar moneda tanto antes como después.

   Llegamos a Bishkek y no conseguíamos encontrar la ubicación concreta del alojamiento. Después de dar varias vueltas por la zona, decidimos para en comisaría y preguntar, un policía muy amable nos acompañó hasta el hotel.

   Para nuestra sorpresa, al entrar al alojamiento y enseñar nuestra reserva de Booking, nos informa que ese alojamiento no tiene habitaciones dobles con baño dentro, tenemos la opción de dormir en habitaciones compartidas, separados y con baños comunitarios. Como en Bishkek no hay opciones de alojamientos baratos y estamos agotados, decidimos quedarnos, no sin antes escribir un correo de queja a Booking.

   Tras dejar las cosas, salidos a dar una vuelta y buscar algo para cenar, y María divisó un restaurante libanés. Hoy cenaremos diferente: ensalada cesar, hummus y Kefta y dos cervezas de medio litro kirguisas.

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   Regresamos al alojamiento para procesar videos y subirlos a internet. Un australiano del alojamiento, que lleva 6 semanas en Bishkek, nos ha dicho que la ciudad no tiene nada especial para ver, por lo que hemos pensado seguir la ruta hacia el lago Isik-Kol.



22 de julio, lunes. 380km. Bishkek- rio Kekemeren.

   La mañana amanece soleada, después del desayuno de puré de patatas, salchicha, pan con mantequilla y te, nos despedimos del australiano y nos dirigimos al lago Isik-Kol.

   Cerca del hotel compramos una tarjeta de datos para Kiriguistán por 11€ disfrutaremos de 2GB mes. Salimos de la ciudad sin más problemas y circulamos por una carretera en perfecto estado. A lo largo de nuestro camino encontramos muchos puestos de frutas, se nos hace la boca agua.

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   Poco antes de llegar al lago Isik-Kol se pone el cielo muy nublado y empieza a llover, como estamos cansados de tanta agua, paramos a comer y descansar un poco. Hemos de seguir la ruta, aunque llueve, pronto cesa. Al acercarnos al lago vemos puestos de venta de pescado seco, no compramos porque queremos enredarnos lo mínimo, ya lo probaremos más adelante.

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   El día se abre y podemos disfrutar de nuestro camino, ahora en dirección suroeste, cruzamos varias poblaciones bastante rurales, con unos paisajes extraordinarios. Unos kilómetros antes de llegar a nuestra zona de acampada, nos encontramos con un motero francés que va dirección a Mongolia. Intercambiamos información sobre las rutas que vamos a seguir ambos y nos deseamos buen viaje. Da gusto encontrarse con un vecino francés por esta zona.

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   Llegamos a la zona de acampada y donde queríamos acampar hay ya varias tiendas de campaña, pero nosotros decidimos poner la nuestra cerca de ellos y del rio, nos dicen que son de Suiza y cambiamos unas palabras con ellos, también han visitado Almaty y Bishkek.

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   Encendemos una hoguera y preparamos la cena, el lugar es paradisíaco y las vistas estupendas, nos acompaña un cielo estrellado y una luna llena que nos ilumina.

Correción: la zona de acampada fue en el río Kekemeren y no en el río Jumgal.



23 de julio, martes. 510 km. Río Kekemeren  – Jalal-Abad.

   Un despertar espectacular que precede a un estupendo día de ruta. Con una buena dosis de cafeína nos quitamos la tranquilidad que transmite nuestra localización. Recogemos todo y salimos dirección Oeste.

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   Después de recorrer una buena pista que discurre por una zona de paisajes de película comienza el asfalto y la subida hacia las montañas. A medida que subimos, vemos como el mercurio baja hasta los 10 grados. Las vistas son inmejorables y en las zonas próximas a la calzada hay yurtas y venden cumís.

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   Tras cruzar el puerto de montaña y comenzar el descenso, nuestros cuerpos recuperan la temperatura normal, el frío empezaba a calar nuestros huesos. Seguimos disfrutando de una preciosa carretera guiada por montañas.

   A la hora de comer llegamos a la reserva de Tokol y paramos en un café con una terraza estupenda. La temperatura ronda los 35 grados. Nuestra comida es sencilla pero sabrosa: cordero, ensalada y pan típico.

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   Seguimos la ruta, solo nos separan 230 km de nuestro destino. Los paisajes son algo más secos, aunque seguimos por una carretera que bordea un río con un agua de azul turquesa.

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   Llegamos a buena hora a Jalal-Abad, encontramos el hotel sin problema y pedimos una habitación doble (el precio es bueno: 13 €). Tenemos las posaderas molidas y necesitamos descansar de tanta moto.


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   A las 22:00 nos bajamos a cenar a una terraza próxima al hotel, el menú es sencillo pero bueno: té, ensalada, pan y unos pasteles de masa y carne con nata agria por encima. Mientras cenamos se aprecia un ambiente festivo en la plaza principal, la temperatura es buena y nos hubiera gustado estar más tiempo pero el cansancio nos invitó a subir a la habitación.


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24 de julio, miércoles. 0 km. Jalal-Abad.

   Después de desayunar decidimos permanecer una noche más en la ciudad, queremos descansar algo más. Solicitamos el cambio a una habitación mejor, el precio sube a 22€ pero es como una suite de hotel (recibidor, cuarto de baño, pequeño salón y habitación).

   Ordenamos algunas cosas del equipaje y subimos algunas crónicas antes de salir a conocer la ciudad. Paseando llegamos al mercado, lo primero que llama la atención son los puestos de frutas y verduras. Enormes sandías, lustrosos melones, melocotones que desprenden un aroma extraordinario, pepinos, tomates, zanahorias naranjas y amarillas, manzanas y plátanos, entre otros. También hay  puestos de dulces, carne, pescado y ropa.


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   Tras una mañana de turismo paramos a comer, un par de cervezas acompañan a nuestro plato.


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   Regresamos al hotel con una sandía y varios melocotones, después de una reparadora siesta serán nuestra merienda.


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   Antes de cenar salimos para comprar un pan y algunos víveres para los próximos días. Y al irse el sol nos sentamos en la misma terraza de la noche anterior. A mitad de cena se acerca una de las que trabajan allí para enseñarnos unos catálogos de una empresa de Kirguistán, al principio pensamos que era a nivel de curiosidad pero cuando pasó a enseñarnos el catálogo, ya nos dimos cuenta de por dónde iban los tiros. Tras un buen rato dando la lata decidí desconectar y seguir con la crónica que estaba escribiendo en el ordenador, por desgracia siguió dándole la lata a María un rato más. Evidentemente no compramos nada.




25 de julio, viernes. 280 km. Jalal-Abd – Sari-Tash.

   Para bien o para mal, el despertador no sonó. Así que con más calma de lo habitual, nos levantamos, desayunamos queso, pan y zumo que compramos la tarde anterior y salimos dirección Sari-Tash.


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   Tardamos poco en encontrarnos rodeados de montañas y espléndidos paisajes. Como la ruta es corta podemos ir relajados y hacer varias paradas e incluso pararnos a charlar con unos ciclistas de Suiza que van dirección China. Empezaron el viaje en abril y lo terminarán en octubre. Coincidimos en la peligrosa manera de conducir que tienen por estas tierras. Quizá pasaron muy rápido del burro, el caballo y el carro al automóvil y el camión.


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   Cincuenta kilómetros antes de nuestro destino se pone a llover, por suerte no dura mucho y vuelve a reaparecer el sol. Ya se ven las montañas de Pamir y la vista no tiene precio.

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   Llegamos a Sari-Tash temprano, nos acomodamos en el Guest-House que tenemos marcado en el GPS (sin ducha ni ordenador pese a lo que pone en los letreros) y salimos a dar una vuelta, queremos estirar las piernas. Aprovechamos para comprar una cerveza y chocolate, merendaremos eso mientras vemos las rutas de los próximos días.

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   Se va poniendo el sol y la temperatura, que ya era baja, continua bajando. Parece que esta noche será fría. Nos hubiera gustado charlar con alguien, pero en el alojamiento no hay nadie más y la mujer que lo gestiona no es muy comunicativa.


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