26 de julio, viernes. 280 km. Sary-Tash –
Murghab.
Nos levantamos a las 7:00 y después de un
buen desayuno salimos dirección Murghab. De primeras nos saltamos el desvío
hacia la frontera, esto nos permite hacer algunas tomas desde otras perspectiva
del Pamir, la vista es espectacular.
Tardamos poco en llegar a la frontera
kirguisa, allí no había nadie y no estuvimos más de media hora. Como apunte
curioso, cabe mencionar la importancia que le daba el oficial de turno a que en
nuestra declaración de equipaje no estuviera el ordenador, ni el teléfono, ni
otras cosas que en fronteras anteriores no les han dado la menor importancia.
La pista que une la frontera kirguisa con la
tajika, tiene unas vistas de película. Se disfruta de lo lindo. A mitad de
camino nos encontramos con un motorista turco, se llama Ibrahim y nos da varios
consejos sobre nuestra ruta; también le informamos de algunos detalles que debe
tener presentes en su ruta hacia Kazajistán. Nos comenta que si vamos por
Turquía le avisemos. Es increíble la cordialidad que existe entre motoristas,
se agradecen estos encuentros.
Al llegar a la frontera tayika, sólo tenemos
un vehículo delante. Pero aquí parece que todo va más despacio. Tardan mucho en
permitir que le vehículo que nos precede pase (mientras conversamos con la
gente del vehículo) y una vez que ellos han pasado, da la sensación que nos
ignoran y nos dejan una hora esperando. Cuando entramos, uno de los oficiales
que se encarga del papeleo desaparece y volvemos a pasar otro buen rato mirando
el firmamento. Por fin nos sellan los pasaportes, avanzamos con la moto y ahora
pasamos por un puesto de “desinfección”. Me río yo de los rollos que se marcan
con estos temas, son un sacacuartos (aunque cobran poco, al cambio 1€). Además,
al final, a la moto no le rociaron la “poción mágica”. Después de esta zona,
toca pasar el control de vehículo. Todo se apunta en una libreta que no creo
que vuelva a ver la luz y, para terminar, te rellenan un papel que es como un
impuesto por circular-contaminar por las carreteras de Tayikistán. ¡Por favor,
si nuestra moto contamina menos que un tajico en bicicleta! Dicha tasa es de unos
30$, nosotros dijimos que sólo teníamos 10$ y algún Som, con lo que aceptó lo
que llevábamos.
Una carretera que en algunos tramos es pista,
en otros carretera hecha polvo y en otros carretera aceptable, nos lleva a Murghab
atravesando la cordillera. Pasamos el puerto de montaña de Ak-Baital con 4.665
metros de altitud y comenzamos el descenso hacia nuestro destino. El paisaje es
relajante. Al poco rato nos encontramos con unos ciclistas suecos, que llevan 3
meses por Asia, pretenden terminar en China.
Llevo un rato notando como los frenos se
están volviendo esponjosos, no me gusta la sensación. Está todo Ok pero no
consigo averiguar el problema. Cuando lleguemos a Murghab cambiaré las
pastillas de freno e intentaré revisar el sistema ABS con el GS911.
Nuestro alojamiento es una homestay que está
bastante bien, tenemos habitación compartida pero no hay nadie que la ocupe (16$
por personas con cena y desayuno). En la otra se encuentran tres franceses que
viajan en todoterreno, uno de ellos ha recorrido el mundo en moto hace 20 años.
Durante la cena, nos cuenta como atravesó un túnel que había en Chile por el
que circulaban vehículos y un tren, cuando se iba a pasar se llamaba para
comprobar que no circulaban trenes. Después de una copiosa cena nos fuimos a
duchar, bueno, a la bania. En ella se calienta agua en un depósito, la cual
mezclas con agua fría para obtener la temperatura que quieres. Es una forma
curiosa de ducharse.
María tiene un dolor de cabeza importante,
así que se toma un par de pastillas especiales y se acuesta; mientras yo sigo
un rato más procesando videos, aunque no aguanto mucho, tengo un fuerte dolor
en la espalda y en la cadera.
Como curiosidad, de los dos últimos días,
hemos de mencionar que por esta zona no hay casi árboles y para calentar agua o
cocinar utilizan “leña de vaca”. ¿Qué es la leña de vaca? Nada más ni nada
menos que los excrementos de vaca, que suelen compactarlos en moldes cuadrados
y los dejan secar. De esa manera obtienen unos bloques que utilizan para hacer
fuego.
27 de julio,
sábado. 240 km Murghab – Langar.
No he
dormido bien, pero el dolor de espalda y cadera ha desaparecido, no obstante
tomaré un Nolotil en el desayuno. María ha podido dormir estupendamente y se
levanta descansada.
Después de desayunar con los franceses,
empezamos a montar el equipaje y nos despedimos de la familia que regenta el
homestay. El interés por la comodidad de los huéspedes es muy bueno. Como
apunte, he de comentar que la electricidad de la casa por la noche está
proporcionada por un generador; los altibajos de tensión nos han estropeado el
cargador de los bluetooth de los cascos, por lo que deberemos buscar uno en
alguna ciudad.
Perdemos un buen rato en el banco para
cambiar Dólares por Somoni tayikos y buscamos una gasolinera que nos
proporcione gasolina de 92 octanos. Es imposible, con lo que nos conformamos
con llenar el tanque con gasolina de 80 octanos (a 85 céntimos de Euro el
litro). También intentamos comprar una tarjeta de datos para el teléfono, pero
no encontramos tarjetas de datos, esa mañana algunos puestos estaban cerrados.
En nuestra ruta a Langar nos cruzamos con
bastantes ciclistas; el primer grupo está formado por cinco ciclistas de
Letonia, más tarde nos cruzamos con una chica alemana que viaja sola, más
adelante nos encontramos con dos ingleses y casi terminando la ruta coincidimos
con una pareja polaca, que el hermano de él trabaja en Torremolinos.
Después de 130 km de asfalto debemos decidir
si continuar hacia el Sur (pista) o tomar dirección Oeste (asfalto). Guiándonos
por los comentarios de mucha gente y las ganas de campo, tomamos dirección Sur
(será una ruta algo más dura pero más bonita).
A los pocos kilómetros de empezar la pista,
nos encontramos con un control de paso con una barrera, esperamos unos segundos
y como no aparece nadie, María levanta la barrera y pasamos, kilómetros más
tarde vemos un todoterreno que se ha quedado sin gasolina, le proporcionamos
unos pocos litros, pero el coche sigue sin arrancar. Tras ver que no podemos
hacer nada, le decimos que nos dé un mensaje para alguien en Langar y así puedan
ayudarle.
Seguimos la ruta por una pista que discurre
paralela al río Pamir y desde donde se ven las montañas de Afganistán, ya comienza el valle de Wakhan.
Por fin llegamos a nuestro destino y nos
acomodamos en nuestro alojamiento, un homestay con cena y desayuno por 18 $ por
persona (algo para lo que nos dieron de cenar). Antes de relajarnos, buscamos
una tienda donde comprar agua, víveres y unas cervezas para la cena. Una de las cosas que compramos fue refresco de manzana, pese a su color parecido a producto para fregar suelos, tenía un sabor muy similar al Kas manzana.
Después de una estupenda ducha (en un típico baño todo en uno), nos
disponemos a cenar. Una sopa de patata, cebolla, zanahoria y carne, un pan y té
es lo que nos proporcionan; la acompañamos con unas cervezas bien frescas.
Nos acostamos temprano después de procesar un
nuevo video, esperamos tener Internet próximamente y poder seguir escribiendo
crónicas.
Algunos billetes de Tayikistán.
Algunos billetes de Tayikistán.
28 de julio,
domingo. 213 km. Langar – Khorog.
Son las siete de la mañana, nos levantamos,
aseamos y desayunamos, no queremos enredarnos mucho.
La ruta comienza en un valle rodeado de
montañas y árboles, parece un oasis. Nuestro camino discurre por una pista
rota, que a ratos es una carretera con muchos agujeros. Las vistas merecen la
pena el esfuerzo. A nuestra izquierda tenemos Afganistán y el río Pamir,
nuestra derecha se encuentra flanqueada por montañas de Tayikistán.
Cruzamos númerosos pueblos en los cuales la
gente nos saluda y, con gestos, nos desea buen viaje. Todos los pueblos tienen
abundante agua y cultivos que los rodean.
Antes de terminar nuestra ruta, nos cruzamos
con unos ciclistas “cómodos”, son los, por suerte, poco habituales que van
seguidos de un todoterreno que les lleva el equipaje, la comida, el agua y,
suponemos, les recogen cuando están cansados. Este tipo de ciclista se suele
reconocer porque no saluda y no se detiene cuando se cruza con otros viajeros.
Llegamos a la hora de comer a Khorog, pero
antes nos dirigimos a nuestro alojamiento. Estaremos dos días en un homestay
estupendo por 9$ por persona/noche (sin desayuno ni cena). Es cómodo y
agradable. Allí se encuentra Peter, un alemán que compró una Ural en Kirguistán.
Nuestros neumáticos de campo ya tienen 6.300 km y están en bastante buen estado.
Después de instalarnos salimos a comer,
encontramos un café donde por 9€ nos
ponen una ensalada de tomate, pepino y cebolla, un par de platos de carne de
cordero, un pan y dos cervezas muy frías. En el camino de regreso al
alojamiento compramos zumo, galletas, refrescos y unos helados.
Como estamos descansados, a mitad de tarde y
tras estar hablando con unos viajeros ingleses, decidimos ir al centro de la
localidad. Allí nos informamos de dónde comprar una tarjeta de datos, también
compramos agua sin gas (difícil de encontrar aquí, pues la del grifo es
bastante buena y nadie compra embasada; además, el agua con gas que tienen, casi
no tiene gas).
Mientras cenamos algo de lo que hemos
comprado y lo compartimos con los ingleses, nos organizamos un poco: preparamos
algunos videos, escribimos alguna crónica, etc. Y así termina nuestro primer
día en Khorog.
29 de julio,
lunes. 0km. Khorog.
Tras desayunar, cogemos la moto y bajamos al
centro de la ciudad para resolver algunos asuntos: comprar una tarjeta de datos, comprar líquido de frenos y encontrar un cargador compatible con nuestros bluetooth.
El primer y segundo problema fueron resueltos
fácilmente, pero el cargador no lo fue, buscamos en muchas tiendas y tras
probar unos cuantos, ninguno funcionaba. Finalmente, justo al lado de la
sucursal de TCELL (compañía no recomendable, más adelante explicaremos el problema que tuvimos) había una tienda de móviles, preguntamos allí y a la primera
¡problema resuelto!
Nos fuimos al hotel para purgar los frenos,
con un poco de calor y en media hora, problema resuelto, otra vez con frenos al
cien por cien.
Volvimos a bajar con la moto para darle un
buen baño y comer en algún lugar. Para lavar la moto dimos con un sitio, al
lado del río, donde por 3 euros, la dejaron muy muy bien. Mientras esperábamos
a que la limpiaran, se nos acercó un hombre que nos saludó en español, era un
italiano que está viajando a pié y se hospeda en el mismo homestay que
nosotros, estuvimos hablando un rato y nos aconsejó un buen sitio para comer.
Después de dejar como “los chorros del oro”
la moto, nos fuimos a comer al sitio recomendado. Era un restaurante que tenía
una terraza que daba al río, nos pedimos dos buenas cervezas bien frías, una
ensalada griega, unos platos de pollo: uno tipo shashlik y otro de pollo con
champiñones y de postre un rico té verde. Mientras comíamos, veíamos como los
chicos jóvenes saltaban al río para divertirse y refrescarse.
Tras comer en este lugar tan estupendo,
fuimos al mercado para comprar algo de fruta para la cena y también algo para
el desayuno.
Por la tarde desmontamos la barra de
horquilla de la moto, pues el retén estaba tirando aceite. Limpiamos el
guardapolvo y el retén, y volvimos a montar el conjunto telescópico. Esperemos
que no vuelva a tirar aceite.
Para cenar, comimos la rica sandía que
compramos en el mercado, después subimos algunos videos y alguna crónica y nos
fuimos a dormir porque al día siguiente nos esperaban unos cuantos kilómetros.
30 de julio,
martes. 225km. Khorog –Kalaikhum.
La mañana empieza calurosa, tras sacar dinero
y dar de comer a la moto empezamos nuestra ruta. A los pocos kilómetros paramos
para proporcionar, nuevamente, gasolina a un tajico. ¿Qué le pasa a esta gente
que no sabe calcular los litros de gasolina? El hombre muy amable se ofreció a
darnos dinero, evidentemente, no aceptamos nada.
La carretera no tenía nada de buena, estaba
destrozada en casi todo su recorrido. En muchos tramos nos cruzamos con
camiones que la atraviesan dirección China. Aún no nos explicamos cómo pasan
por esas carreteras.
El calor aprieta y la temperatura alcanza los
45 ºC, por suerte las vistas hacen que el paseo merezca la pena.
A mitad de camino, antes del primer control,
nos encontramos con una Bmw R1200GS Adventure (es la primera que vemos por esta
zona). Charlamos un poco, se llama Charles y es inglés, va dirección India. Nos
deseamos buen viaje y seguimos nuestro camino.
Cuando llegamos a donde está el homestay en
el que queremos descansar, vemos que no está en su mejor momento. El precio nos
parece caro: 4$ por persona por dormir, 5$ por persona por cenar y 3$ por el
desayuno. El chico que lo llevaba tenía pocas ganas de trabajar, estaba todo
descuidado y, pese a que le comentamos que era caro, no hizo ademán de
negociar. Por lo tanto, seguimos nuestra ruta hasta el siguiente pueblo grande.
Continuamos 30 km y llegamos a Kalaikhum,
donde nos paran para registrarnos otra vez (5 km antes nos habíamos registrado
ya). Mientras estamos parados se nos acerca el dueño de un homestay de la localidad,
por 60 Somoni (9€) nos ofrece cena, alojamiento y desayuno. La oferta nos
parece buena y aceptamos. Mayor fue nuestra sorpresa cuando al entrar vimos que
estaba situado al lado del río, con una terraza magnífica cubierta de parras,
las cuales hacía que pareciera un paraíso terrenal.
En el alojamiento nos encontramos con un alemán
muy amable que iba recorriendo el país para hacer fotografías. Estuvimos un
buen rato hablando de Tayikistán, sus gentes, su gastronomía y sus carreteras. Nos parecieron curiosas las instrucciones de uso del toilet.
Una vez acomodados, salimos a dar un paseo y
comprar algunos víveres (entre ellos, dos cervezas para la cena).
A la hora de cenar, nos trajeron un pan
típico, ensalada, un tazón de quéfir, un plato con un pimiento relleno y otro
plato de carne (cordero y pollo), té y nuestras dos cervezas bien frías. Para
terminar nos agasajaron con un plato de rica y fresca sandía. Con el estómago
lleno nos vamos a la cama, la siguiente etapa se espera calurosa, nos
advirtieron que ese día Kulab había estado a 55ºC.
31 de julio, miércoles.
180 km. Kalaikhum – Kulab.
Desayunamos té, dos huevos fritos, mermelada
de cereza y un rico pan al borde del río. Nos despedimos de nuestro amable
anfitrión y salimos dirección Kulab, nos espera una supuesta buena carretera.
A los pocos kilómetros descubrimos que no es
tan buena, de hecho es igual que mala que las de días anteriores. Solo se
salvan algunos tramos que son de excelente asfalto y nos permiten rodar a buena
velocidad.
En una parada descubrimos que tenemos roto el
puente inferior de la cúpula, no es un problema grave. Parece que no ha
aguantado los traqueteos desde Mongolia hasta aquí. Ya compraremos uno nuevo en
España.
La temperatura sube gradualmente hasta los
45ºC y después de llegar a la parte alta de las montañas, baja hasta las 32ºC,
¡Que alivio! A lo lejos se divisa una nube que suponemos es calor, calor
abrasador; en efecto, al llegar a ella la temperatura vuelve a subir y nos
acompaña hasta Kulab.
A lo largo de la ruta pasamos por dos
controles, todos bastante amables y cuando veían nuestros pasaportes, nos
hablaban del Real Madrid y del Barcelona. En ningún control tuvimos que pagar
nada.
La gente es estupenda, nos saluda y desea
buen viaje por cada pueblo por el que pasamos, pero también nos cruzamos con
una minoría no tan simpática. Por suerte, la mayoría son estupendos.
Llegamos a Kulab con 46ºC y, con facilidad,
encontramos un cajero y el hotel. Después de un regateo por parte de María y,
con la ayuda de una chica que hablaba inglés, nos dejaron la habitación en 20€.
Una habitación que está bastante bien y con un aparato de aire acondicionado
que hará nuestras delicias.
Mientras espero a que María gestione el
hotel, se me acerca un chico bien vestido y, en un perfecto inglés, me pregunta
por el viaje. Nos ofrece pasar la noche en su casa, pero María ya tenía
gestionado el hotel. Tras un agradable rato de charla, nos despedimos del
chico, que nos desea lo mejor para el viaje.
Después de una ducha con agua bien fría,
salimos para conocer los aledaños del hotel. Pasamos por un mercado con
abundante fruta y verdura, donde nos sorprenden los “cambiadores de divisas”
con fajos de billetes en las manos.
Nos cuesta trabajo encontrar un lugar para
comer, están en el Ramadán y casi todo está cerrado. A duras penas encontramos
un sitio escondido y nos adentramos para llenar nuestros insaciables estómagos.
Allí nos enseñan la cocina y lo que hay para comer, nos pedimos una ensalada,
un par de katletas y un par de filetes “empanados”, pan y kompot. Teníamos
hambre y devoramos como fieras lo que nos sirven, 4€ fue el precio de nuestro
manjar.
La tarde la pasamos en la habitación haciendo
uso del aire acondicionado, redactamos alguna crónica, subimos algún video y,
cuando la temperatura bajó, salimos a dar un paseo.
Decidimos cenar en un bar cerca del hotel,
donde por 2€ tomamos pan, un par de “sopas” con algo parecido a pozza dentro,
acompañado por dos botellas de agua con gas. No tardamos en regresar al hotel,
mañana queremos salir muy temprano para evitar el calor.
Como consejos a los viajeros, decirles que en
Tayikistán hemos observado que algunos perros pueden ser agresivos. En
ocasiones han salido a nuestro encuentro con bastante agresividad, incluso
desde lejos han venido hacia nosotros. En Murgab vimos como un perro iba hacia
un ciclista americano, el chico pudo pararse y coger una piedra para espantar
al animal. Así que tened cuidado con los canes.
1 de agosto,
jueves. 190 km. Kulab – Dushanbé.
Aunque nos levantamos temprano mi espalda
retrasa la salida, como no queremos estar más noches aquí, seguimos ruta, pero
antes cargamos la tarjeta de datos y gasolina.
La carretera es estupenda y llegamos antes de
comer a Dushanbe. El homestay al que vamos, que no es fácil de encontrar, es
caro pero confortable y en buen estado. Además tiene muchos viajeros, pues los
hoteles de la ciudad son bastante caros.
Después de descansar un poco, salimos al mercado
para comprar algo para almorzar: verdura, pan, queso, bebidas, embutidos…son
los botines que traemos de regreso del espectacular mercado.
Hemos hecho pocos kilómetros por culpa espalda,
por lo que después de comer y tras un masaje con gel, descanso un rato.
Por la tarde, notamos que nuestro Internet no
funciona. Creemos que puede ser un problema de la red y esperamos un par de
horas. Como vemos que no funciona, se lo comentamos al chico del homestay, que
no tiene muy claro lo que pasa pero nos dice que recargando 5 som suele volver
a funcionar, eso hacemos pero no dura más de 10 minutos la conexión. Mañana
iremos a alguna oficina de Tcell.
Durante nuestra estancia conocemos a Claudio,
es francés y viaja solo en furgoneta. Habla un buen español y pasamos un par de
horas charlando sobre diversos temas. Ha tenido una R1150GS y una R1200GS, le
fascina nuestra aventura.
También charlamos con Marie, una francesa que
termina su viaje por Tayikistán en un par de días. Es la compañera de
habitación de María. Le cuenta que hace 15 ó 20 años estuvo en Mongolia, que
era preciosa y que parecía un paraíso. Pero que desde hace años Alemania está
metiendo mano en el país y que se ha introducido mucha mafia, que muchos de los
cochazos que se ven suelen ser de gente relacionada con actividades mafiosas.
Le da pena como se está deteriorando Mongolia y su gente.
Como es el día de Suiza, los viajeros suizos
hacen la cena. Para ello cocinan rösti, el plato típico nacional de Suiza.
Pasamos un rato agradable todos juntos, refrescado por unas latas de cerveza de
litro traídas por un viajero alemán. Sacamos sandía, quesos y embutidos.
Nosotros nos retiramos temprano, pues mañana nos levantaremos muy pronto para
salir dirección a Khojan (segunda ciudad en importancia de Tayikistán) y cruzar
el túnel de Anzob.
2 de agosto,
viernes. 315 km. Dushanbé - Khojan.
Nos levantamos temprano, preparamos un buen
desayuno con café, pan, tomate, queso y zumo, nos despedimos del grupo de
amigos del homestay (que están levantados) y de Claudio.
La carretera está en perfecto estado y
pasamos un primer peaje, donde nos hacen gestos amables para que pasemos por un
lado, no tenemos que pagar. A pocos kilómetros nos encontramos una tienda de
TCell y tratamos de resolver el problema. Tras más de media hora, en la cual
nos han intentado ayudar unos chicos (que no trabajaban allí) llamando a TCell,
les explican que en principio necesito ir a registrarme a alguna oficina
central de la compañía, le dicen que vuelva a Dushanbé, pero no estamos
dispuestos a volver, nos dan la dirección de TCell en Khojan.
Seguimos la ruta por la carretera que
discurre próxima a un río, manteniendo la temperatura en unos 25-30 grados. Al
lado del río se pueden ver lujosas casas y restaurantes con unas terrazas
estupendas.
Pasamos unos cuantos túneles muy buenos (de fabricación china) y al
final llegamos al temido túnel “Anzob”, antes de entrar paramos para
prepararnos: sacamos las bragas militares, nos quitamos las gafas de sol y me
pongo las de ver. Nos adentramos en el túnel, con el mismo temor que un soldado
cuando llega su primera batalla, encendemos todas las luces de la moto y nos
concentramos al máximo en los distintos agujeros llenos de agua que hay en el
suelo, con calma pero sin pausa vamos recorriendo los kilómetros que tiene el
túnel. A medida que vamos recorriéndolo, nuestro temor desaparece, o nos lo han
puesto peor de lo que es, o hemos tenido mucha suerte y no nos hemos encontrado
ni con mucho tráfico ni con agua dentro.
El resto de la ruta discurre primero entre
montañas con una carretea revirada y luego entre llanuras y una carretera recta
y en perfecto estado.
A mitad de ruta decidimos parar para
descansar y tomar un poco de queso ahumado y pan del país.
Durante parte de nuestro viaje por
Tayikistán, nos han parado varias veces las patrullas de carretera. Siempre
para saludarnos, preguntar nuestro país, preguntarnos si nos gusta Tayikistán y
desearnos buen viaje.
Llegamos a Khojan y lo primero que hacemos es
buscar la oficina de Tcell, estoy dentro más de una hora, pero no me saben
solucionar el problema (ni ellos lo saben), nos ofrecen devolvernos el dinero a
la semana siguiente, pero nosotros ya no estaremos aquí, no queremos el dinero,
queremos el servicio por el que hemos pagado. Decidimos que estamos perdiendo
demasiado tiempo para esto, así que dejamos el tema y nos vamos a comer a un
fastfood cercano. Allí disponen de red wifi e intentamos buscar hoteles, pero
hay poca información.
En la calle se nos acercan bastantes personas
para preguntar por el viaje y curiosear (es sorprendente la cantidad de gente que habla inglés en Tayikistán), hablando con uno de ellos, nos
recomienda un hotel que parece barato. Nos dirigimos hacia él, María pregunta y
la habitación con cama de matrimonio y baño son 160 Somoni, que para ser aquí
es bastante barato. Aceptamos y metemos la moto en un salón donde la tapan con
una sábana, antes de subir a la habitación charlamos un poco con los amables
hombres del hotel sobre la moto y el viaje.
Llegamos a la habitación, las vistas al río son muy relajantes; nos duchamos con agua
fresca y nos vamos a visitar la ciudad y nos damos cuenta que estamos en una
zona muy bonita, el río, una pequeña fortaleza, un paseo, una pequeña feria…
seguimos caminando en busca de una tienda, pues necesitamos algunos víveres,
compramos agua y un Sprite y seguimos nuestra ruta a pie. Pasamos por varias
terrazas donde vemos que podríamos cenar shashlik o algo parecido, continuamos
caminando hasta llegar a una amplia avenida con un paseo central cubierto de
árboles. Aprovechamos para sentarnos en un banco que está cerca de una fuente y
charlamos sobre el viaje. Volvemos al hotel y como es la hora de cenar, pasamos
por la tienta para comprar un par de cervezas para la cena y buscar algún sito
para ello.
Justo en frente del hotel, en la pequeña
feria, hay un puesto de comida, decidimos sentarnos y pedir tres brochetas con
pan, las cuales están deliciosas; saboreamos nuestras ricas cervezas, la cena
nos cuesta 17 Somoni.
Después de cenar tranquilamente volvemos al
hotel para redactar la crónica y
descansar. Mañana tendremos que cruzar la frontera hacia Uzbekistán.