17 de agosto,
sábado. 870 km. Kiev (Ucrania)– Velke Zaluzice (Eslovaquia).
Después de un buen desayuno de café, zumo y
pan con chocolate salimos con destino a la frontera entre Ucrania y Eslovaquia.
La carretera por la que vamos
tiene un asfalto estupendo y, en ciertos tramos, es autovía. Necesitábamos
rodar por firmes tan buenos.
Paramos a comer en un kafé de carretera,
por 8 euros comemos como relles. Shashlik de pollo, kotleta y una ensalada
griega para comer, de bebida un par de refrescos. Todo está estupendo y la
cantidad es abundante.
Los últimos 200 km son por una
carretera de montaña preciosa, de esas que hacen las delicias de los
motoristas.
Llegamos tarde a la frontera
ucraniana, pero como está abierta decidimos cruzarla y dormir en Eslovaquia.
Además, hemos gastado nuestras últimas grivnas en combustible y tenemos euros
que podemos usar si pasamos la frontera.
Frontera eslovaca es lenta, los
vehículos se aglomeran en varias filas que terminan en un paso con barrera por
el que solo cabe un único vehículo. Vamos pasando con cuidado pero sin ceder
antes los coches y todoterrenos que quieren pasar antes que nosotros. Cuando pasamos
la barrera, el oficial de frontera nos hace pasar los primeros. Después de unas
preguntas de rigor (sobre alcohol y tabaco), miran los kilómetros totales de la
moto y nos dan el paso. ¡Ya estamos en Eslovaquia!
La noche es cerrada y no tenemos
información de hoteles, ya no tenemos tarjeta de datos, así que seguimos la
ruta y vemos un estupendo hotel. Preguntamos por la habitación y el precio es
bueno, pero no tienen para darnos de cenar. Decidimos acercarnos a la ciudad
más próxima (5 km), cenar y regresar al hotel. Cuando entramos nos encontramos
con un matrimonio inglés que tiene una casa en Teruel y van de viaje a Ucrania.
La habitación es bastante amplia
y confortable, está en un pequeño pueblo enmarcado en una zona rural muy
tranquila. Descansaremos de lo lindo.
18 de agosto, domingo. 540 km. Velke Zaluzice (Eslovaquia) – Viena
(Austria).
Desayunamos contundentemente por
10 euros: tostadas, yogur, mantequilla, fruta y café de máquina. Hacía mucho
tiempo que no tomábamos un café bueno, ¡que alegría!
Salimos tarde y con calma, no
queremos ir estresados y nuestro viaje es de placer.
Eslovaquia parece el país de las
motos, no paramos de encontrarnos con moteros por todos los lados. Nos cruzamos
con motos choper, sport, de turismo y trail. También observamos que muchos pueblos tienen altavoces en la calle, desconocemos el sentido de dichas instalaciones.
Nuestra moto necesita un lavado,
desde Khorog no le hemos quitado la suciedad del camino. En la primera
gasolinera que vemos con mangueras de lavado decidimos darle una pasada. La
moto no ha quedado perfecta, pero le hemos quitado lo más gordo.
La parte final de nuestro
trayecto discurre por autovía, el límite está fijado en 130 km/h y nos permite
rodar a buena velocidad.
Nos toca repostar y ya notamos que
los precios son europeos, la gasolina de 95 está a 1.5€ el litro, ¡bienvenidos
a Europa! Aprovechamos para comer algo en la gasolinera y seguir la ruta hacia
Austria.
Llegamos a Viena a buena hora, el
tráfico es organizado y prudente, nada que ver con el de algunos países
asiáticos.
Nuestro alojamiento se encuentra
en una buena zona, pero Viena es tan grande que el centro no está cerca.
Dejaremos para mañana la visita a la ciudad, hoy solo pasearemos por el barrio.