11 de agosto,
domingo. 270km. Rostov (Rusia) – Berdyansk (Ucrania).
Nos levantamos con calma, hoy no son muchos
los kilómetros que nos separan hoy de nuestro destino, decimos desayunar en el
hotel aunque no estaba incluido en el precio, pero cuál fue nuestra sorpresa
que cuando fuimos a pagar, nos dijo que no, que no había que pagar nada. El
hotel, aunque alejado del centro y con baño compartido estaba muy bien, las
camas han sido muy cómodas y los baños muy limpios y cuidados.
Salimos sobre las 11:30 y la carretera era
estupenda, llegando a la frontera íbamos viendo los magníficos paisajes que nos
dejaba el Mar de Azov, pero a unos 2 kilómetros
de la frontera nos encontramos con una cola de coches. Estuvimos
esperando una hora y media, hasta que Andrey nos dijo que según el Convenio de
Viena, en las fronteras que no tuvieran protección contra el sol y la lluvia,
coches de caballo, convertibles y motocicletas deben pasar sin esperar, así que
le hicimos caso; todo fue bien hasta llegar al principio de la cola, María se
baja y habla con un policía, que le dice que no puede hacer nada, que tenemos
que hacer cola igual que todos, pero entre pitadas y malas caras, conseguimos
colarnos y ponernos de los primeros.
Una vez dentro, nos piden la declaración de
aduanas de Uzbekistán-Kazajistán, la cual no tenemos porque se la quedaron en
la frontera Kazaja a nuestra salida, les enseñamos las otras declaraciones
rusas y no hubo más problemas; en 30 minutos ya habíamos salido. Pasamos a la
Ucraniana, el policía cuando nos vio nos dijo que nos adelantáramos y nos
pusimos de los primeros para el control de pasaportes y del vehículo y esta fue
más rápida todavía, unos 20 minutos.
Llegamos a Berdyansk, un pueblo muy turístico,
con muchísimos coches, buscamos habitación en casas donde las alquilan, tuvimos
que buscar un poco porque nos decían que mínimo tres o cuatro noches y nosotros
solo queríamos hacer una porque Andrey nos esperaba en Crimea. En la tercera
casa que preguntamos, encontramos una habitación por 20€ con wifi, aire
acondicionado y ducha. Tras descansar nos fuimos a pasear al lado del mar y
cenamos en una terraza con unas maravillosas vistas, tenía música en directo y
comimos una ensalada César, unos platos de carne elegidos al azar y “unas
cuantas” cervezas de medio litro, que nos produjeron una risa tonta y ser el
centro de atención de la terraza ¡qué vergüenza!
Corrección: No he encontrado nada que indique, en el Convenio de Viena, la preferencia de paso de motos, coches de caballo y convertibles en fronteras sin protección contra el sol y la lluvia. Si bien es cierto, que suelen pasar primero.
12 de agosto,
lunes. 460 km. Berdyansk – Orlyne.
Nos levantamos temprano y mientras proceso
vídeos para el blog, María compra algo
para desayunar: zumo y unos bollos
típicos en un puesto ambulante. Recogemos y buscamos para comprar una tarjeta
de datos de MTC, como no la encontramos, decidimos seguir nuestra ruta y buscar
en próximas ciudades.
La ruta es muy bonita, pasamos por enormes
campos de girasoles donde se llega a perder la vista, pero hay bastante
tráfico, la carretera es muy buena, no obstante el tener que estar adelantando
camiones y más camiones, se hace un poco pesada.
Por la tarde vemos un pueblo grande y aunque
la ruta no nos hacía pasar por él, decimos entrar y buscar la tarjeta de datos. Encontramos una tienda de telefonía y preguntamos por la tarjeta de MTC, había una
chica muy amable que sabía algo de inglés, le explicamos que queríamos 600 MB y
la compramos.
Poco después, llegamos a Orlyne, donde nos
esperaba Andrey, en su alojamiento. Nada
más llegar, nos avisa que la cena nos está esperando, dejamos las cosas y nos
sentamos con él a cenar una riquísima comida con unas cervezas de la zona que
estaban sin pasteurizar.
Pronto nos vamos a la habitación, el
cansancio estaba presente y necesitábamos una ducha, la cual se retrasó por un
leve problema, je, je. Cuando estaba terminando mi ducha y me disponía a coger
la toalla, apoyé ligeramente mi mano sobre el latiguillo que va al calentador,
este de desmenuzó y empezó a salir un chorro de agua de la pared, no encontraba
la llave que cortaba el agua y tras un “Maríaaaaaaaaaaa”, llamamos a Andrey y
solucionamos el problema, antes de inundar el baño. Con unas risas una vez
solucionado el problema, nos fuimos a dormir.
13 de agosto,
martes. 160 km. Orlyne-Valaklava-Sebastopol-Orlyne.
A las 9 nos esperaba el desayuno
y Andrey para indicarnos, muy amablemente, unas rutas y sitios para ver por la
zona en este día.
Lo primero y más cercano fue a
una cueva cercana, muy interesante pero las cuevas no nos llaman muchos la
atención (ya hemos visto muchas en España y son todas muy parecidas), después,
tal y como nos dijo, hicimos una ruta que iba alrededor de un lago y llegamos a
un arco, que arriba había un mirador muy bonito, aunque no se apreciaba muy
bien, por la bruma, se veía toda la costa de Crimea. A continuación llegamos a
una iglesia espectacular La Resurrección de Cristo y continuamos la ruta por la
costa hasta Valaklava.
Aparcamos la moto en el paseo y
caminamos viendo los diferentes puestos con suvenires y algún refresco, allí
nos encontramos con un hombre que se nos acercó y nos dijo que era médico y
viajaba mucho de Moscú a Madrid, se había acercado porque vió que andaba un
poco curvado, me pidió permiso y me crujió el cuello y la espalda. Me dejó
nuevo. Hablamos un poco del viaje y seguimos nuestro camino.
En este mismo pueblo, fuimos a
visitar la base submarina secreta, fue espectacular, pero me faltó que hubiera
un submarino allí.
De aquí nos fuimos a Sebastopol,
una ciudad grande y turística, dimos varias vueltas, aparcamos la moto y nos
tomamos unas cervezas a la orillas del Mar Negro. Después nos fuimos al Orlyne
que está a 47km y a las 7 nos esperaba otra rica cena.
Después de cenar, cambiamos la
valvulina de la propulsión trasera y de la caja de cambios. La que llevaba la
pusimos hace más de 20.000 km. La valvulina de la propulsión salió de color
claro, pero la del cambio tenía un color oscuro. Mañana rodaremos con la
valvulina nueva, espero que el cambio vaya suave porque últimamente le cuesta
reducir de marcha.
Esta noche hemos estado charlando
un buen rato con Andrey, nos ha encantado estar con él y decidimos que nos
quedamos un día más por aquí para descansar. El insistía que nos quedáramos una
semana, pero nos quedan pocos días de vacaciones y mucho por recorrer.
14 de agosto,
miércoles. 0 km. Orlyne
Cuando estamos terminando el
desayuno, la familia de la mesa de al lado nos pregunta por la moto y el viaje.
El padre, que es ingeniero, está muy interesado en la moto y si hemos tenido
problemas con ella. Como no sabe inglés y nuestro ruso de calle no es
suficiente para entendernos en una conversación larga, su hija hace de
traductora del inglés al ruso (y viceversa). Pasamos casi una hora hablando de
todo lo concerniente a nuestra aventura.
La temperatura es agradable y el sol
luce, así que la piscina nos llama para pasar el resto de la mañana en ella.
A última hora de la mañana
salimos a dar una vuelta por el pueblo, ver el mercado y comer en algún sitio
típico. Como no tenemos mucha idea, le preguntamos a Andrey y, en cuestión de
minutos, nos recoge en su 4x4 para llevarnos a una estupenda terraza. Allí, nos
ayuda a elegir los mejores platos del local: una torta de pan con queso dentro,
pelmeni y shashlik, con cerveza del país. Al terminar de comer, nos invita a su
terraza para tomar un café y seguir charlando.
La tarde la dedicamos a descansar
en la piscina y decidir qué rutas tomaríamos los próximos días. Estamos
pensando en subir a Kiev en lugar de cruzar a Rumanía. Aquí tenéis una muestra de los billetes de Ucrania, su moneda es la Grivna.
Después de una abundante y
exquisita cena, pasamos la velada con Andrey. Nos dice que volará a Moscú para
bajar su moto y asistir al festival motero de Sebastopol.
15 de agosto,
jueves. 690 km. Orlyne-Ulyanovka.
Suena el despertador, son las
6:30 y tenemos casi todo preparado para salir. Un desayuno a base de zumo y
galletas nos da la energía para empezar el día.
Llega el momento de la despedida,
hemos pasado tres días estupendos con Andrey y no estamos más tiempo porque no
podemos. Esperamos volver a verle en España y así enseñarle Andalucía, una
tierra con un encanto especial. Hace poco tiempo que lo conocemos, pero nos ha
hecho sentir como en casa. ¡Gracias por todo Andrey!
Salimos con unos magníficos 18ºC
y poco tráfico, perfecto para rodar. Pero poco a poco, la temperatura y el
tráfico van aumentando. Ya no podemos mantener ritmos elevados, la carretera es
de un solo carril para cada sentido y es difícil adelantar.
Llegamos a Mikolayiv con mucho
tráfico y nos desviamos por el centro del país, queremos conocer algunas zonas
rurales.
No podemos con los casi 900 km
hasta Kiev y nos quedamos en 670 km, en un hotel aceptable con desayuno por 30€
cerca de Ulyanovka.
Cerca del hotel hay un
restaurante, donde por 18€ nos dan de cenar una ensalada cesar y un filete
empanado con patatas; todo acompañado de kompot y una cerveza. Algo caro para
Ucrania, pero no había más lugares donde elegir.
16 de agosto,
viernes. 270 km. Ulyanovka – Kiev.
Tras descansar muy bien, nos
fuimos a desayunar al restaurante, le dimos el ticket y nos enseñó dos menús a
elegir, no entendíamos nada, pero elegimos el que creíamos que no tenía huevos,
ya estamos cansados de desayunar huevos.
Después de recoger y repostar
combustible, pusimos rumbo a nuestro destino: Kiev. A mitad de camino vimos una
gasolinera que cumplían con nuestros requisitos para comprar el aceite de motor
y poder cambiarlo (aceite sintético y un lugar adecuado para la operación), en
media hora estaba todo listo (el filtro lo vacié del aceite usado y volví a ponerlo, no teníamos otro filtro), además teníamos muy buena compañía. Reconozco que
me gustan mucho los animales.
Continuamos las ruta y llegamos a
Kiev sobre las 14:30, nos costó trabajo encontrar el hotel porque no está muy
bien señalizado, lo buscamos por Booking, está muy bien y es muy bonito. Nos
cambiamos de ropa, comimos en una pizzería italiana en frente del nuestro
hospedaje y nos fuimos a conocer la ciudad.
La chica de recepción nos dijo
que el centro estaba lejos, que podíamos coger el trolebús número 18 o microbús
525, con el estómago lleno y una cerveza nos fuimos andando, era solamente 30
minutos a pie. La ciudad es muy bonita, tiene
unos edificios espectaculares y unos monumentos increíbles.
Cansados de andar, nos tomamos
unas cervezas y unas patatas en un puesto, de los tantos que hay por las calles
y, repuestas las energías, volvemos a hotel para hacer crónicas, preparar rutas
y descansar.