23 de agosto, viernes. 1.315 km. Múnich (Alemania) – La Junquera
(España).
Como queríamos recorrer los
máximos kilómetros posibles, nos levantamos a las 6:30 y nos despedimos de
nuestra anfitriona. Unos kilómetros después de comenzar la ruta paramos a
desayunar y llenar el tanque de la moto. La ventaja de no tener límite de
velocidad en algunos tramos de autopistas nos hizo recorrer bastantes
kilómetros en poco tiempo, rodar a 170km/h y seguir estando dentro de la
legalidad te permite concentrarte en la conducción.
Nuestra ruta comenzó en Múnich y
tomó rumbo a Stuttgart y Kalsruhe, donde emprendimos dirección sur para pasar a
Francia por la localidad de Mulhouse. Para la hora de comer ya estábamos bien
metidos en nuestro país vecino, así que paramos en una estupenda área de servicio
y, a la sombra de unos majestuosos pinos, nos zampamos dos ensaladas (una de
atún y otra de pollo) acompañadas de unos refrescos de té.
Emprendimos nuestro camino con el
estómago lleno y con ganas de intentar llegar al norte de España. En las zonas costeras
de Francia nos encontramos con algunos atascos, que por suerte eran en sentido
contrario.
Llegamos a La Junquera por la
noche, habíamos recorrido 1.315 km a lo largo del día. El primer hotel que
vimos tenía un precio elevado, 73€/noche. Pusimos nuestras tarjetas SIM en los
teléfonos y buscamos hotel. Encontramos uno por 58€ la noche, un buen precio
para un hotel con una gran habitación, un cuarto de baño estupendo y unas
cómodas camas. Así que reservamos y nos fuimos directos. Después de cambiarnos
de ropa bajamos para cenar y disfrutar de algunos manjares españoles: jamón
ibérico, embutidos y una ensalada repusieron parte de las fuerzas perdidas a lo
largo de la jornada.
PD. Teníamos varios videos grabados, pero desde primera hora de la mañana se estrelló algún insecto en el centro de la lente y no se ven nada bien.
24 de agosto, sábado. 150 km. La Junquera - Barcelona.
Las nubes aparecen tímidamente sobre
nosotros, parece que el día no será caluroso. Desayunamos tarde y salimos con
el tiempo suficiente para llegar a Barcelona a la hora de comer.
Los 150 km que nos separan de
Barcelona los recorremos sin problema alguno, mientras, observamos los atascos
que se forman en algunas salidas de la autopista que dan a zonas de playa.
Llegamos a la casa de mi prima
Eva sobre las 13:30, nos vestimos de paisano y dejamos que nos lleve a un sitio
de pescado que le han recomendado. Es un restaurante de barrio donde la calidad
del pescado es excelente. No tardamos en llegar y sentarnos para comer. La
bebida la tenemos clara: un vino blanco, pero por problemas de abastecimiento
se habían quedado sin existencias, así que decidimos tomar un cava. Atrás
quedan los momentos en los que me pido una cerveza local de medio litro.
Tardamos en escoger plato, pero la elección fue correcta: sepia a la plancha,
variado de pescado y marisco y ensalada de atún.
La tarde la dedicamos a recorrer
parte de la ciudad y comprar algo de ropa, que nos permitirá salir por la noche con una pinta menos aventurera que con las zapatillas de montaña y los
pantalones desmontables.
Por la noche, quedamos con el
grupo de amigos de Eva para tomar una copa y desentumecer los músculos en un
club de moda.
Regresamos no muy tarde y con más
ganas de fiesta, pero al día siguiente nos tocaban recorrer bastantes
kilómetros hasta Guadix y no podíamos alargar mucho el “guateque”.
25 de agosto, domingo. 820 km. Barcelona – Guadix.
Nos levantamos más tarde de lo
deseado, pero había que descansar porque la ruta no era corta. Recogí la moto
del aparcamiento donde la guardé la noche anterior (me recomendaron que, en
Barcelona, no dejara la moto en la calle durante la noche) y nos despedimos de
Eva. Como siempre, nos ha tratado estupendamente y nos ha llevado a sitios magníficos. ¡Gracias Eva! Y salimos dirección sur.
A los 200km de salir paramos en
una gran área de servicio para desayunar-comer y proseguir nuestro camino, el
día estaba nublado y se rodaba con comodidad. El GPS nos indicaba que llegaríamos
a nuestro destino sobre las 19:00.
No tardaron mucho en desaparecer
las nubes y hacer acto de presencia el sol, ese amigo que hace subir el
mercurio hasta temperaturas veraniegas no tan placenteras para rodar por una
insulsa autovía.
En una parada para repostar, el
encargado de la gasolinera le preguntó a María se veníamos de Europa, cuando le
respondió que habíamos ido hasta Mongolia se quedó perplejo de nuestro viaje. Y,
es que, mirando un mapa, Mongolia no está precisamente cerca. Ahora es cuando
realmente nos damos cuenta de lo lejos que hemos llegado.
Hicimos paradas cada 150 km hasta
Murcia, desde allí tiramos directamente hacia Guadix y no paramos ni para
repostar pese a que la Tardis pedía "sopa" desde hacía tiempo. Llegamos a Guadix
sobre las 19:30 y con una supuesta autonomía de 36km, pufff, por los pelos.
Allí nos esperaban los padres de
María (Ramón y Pepita) para darnos la bienvenida y ofrecernos algo fresco. Como
siempre, me lancé sobre un litro de horchata que descansaba en la nevera
esperando el momento de ser bebido por algún aficionado a la chufa. No tardaron
mucho en llegar Nuri y Ventura. Pasamos un buen rato relatando algunas de
nuestras peripecias mongolas.
Para cenar nos servimos unas
tapas de jamón y queso, acompañadas de una cerveza local granadina: Alhambra
Reserva 1925, ¡ummmm, que rica!
26 de agosto, lunes. 0 km. Guadix.
No recuerdo la hora a la que nos
levantamos, por fin un día en el que no había que hacer nada, no teníamos que
visitar nada, ni llegar a ninguna población, ni reparar nada, solo descansar.
Pasamos el día en la casa
contando nuevas aventuras y preparando algunas crónicas. Como el 29 de agosto
es mi cumpleaños y no íbamos a estar, lo celebramos con una rica tarta después
de la comida.
Por la noche salimos de tapas,
Guadix es una localidad con tradición tapera. Fuimos a uno de nuestros locales
preferidos, en él te sirven la cerveza Alhambra muy fría y te traen una jarra
de barro helada para beberla, ¡genial!
27 de agosto, martes. 185 km. Guadix – Torremolinos.
Amanece nublado y con
posibilidades de tormenta, veremos qué tiempo hace cuando tengamos que
emprender nuestro último tramo de viaje.
Después de comer hacemos las
maletas y salimos dirección Torremolinos, dirección a casa.
Cruzamos el Puerto de la Mora,
1.380 metros de altura, y pasamos cerca de Granada. El tráfico es bueno y
podemos avanzar con rapidez, llegamos a la zona de Las Pedrizas en Málaga y
bajamos hacia la capital de La Costa del Sol. Ya queda menos para finalizar
nuestra aventura.
Cerca de las ocho de la tarde
pasamos por el arco que da la bienvenida a Torremolinos, ¡ya hemos llegado!
Hace casi un año que comenzamos a
organizar nuestro viaje por las Tierras de Gengis Kan (aunque ya lo teníamos en
mente mucho antes) y, ahora, llega a su fin tras 27.041 km. Nos entristece palpar
el final de este periplo por tierras lejanas y dejar atrás las emociones, las
tensiones, los paisajes y la gente que hemos visto allí. Cada nuevo día estaba
lleno de objetivos: cambiar moneda o conseguir combustible, llegar a cierta
zona, pasar por tal puerto, cruzar una frontera, encontrar un buen sitio para
acampar, etc. Ahora, llega el momento de la calma; ahora, empezaremos a
asimilar lo vivido, a recordar contando a los amigos cada pequeño detalle y
mirar, desde la lejanía, esos países que hemos pasado con nuestra moto. Quizá,
nuestra próxima aventura sea Suramérica.
Pero no penséis que aquí se
termina el blog, quedan algunas cosas por contar y hay que realizar
mantenimiento a la moto, así que no dejéis de seguir el blog porque esto no se
ha terminado aún.
Muchas gracias a todos los que nos habéis apoyado con esta aventura y a todos los que nos habéis seguido, significa mucho para nosotros saber que os ha gustado el viaje y nuestro blog.